Una generación que debe ser salvada.

Muchos de los jóvenes de este país, que hoy vivimos en un huracán de acontecimientos políticos, sociales y económicos que fluctúan como aguas en río revuelto, recordamos y contamos con cierta gracia a los profesores de nuestra infancia; aquellos que nos dejaron vivencias con los cuales aprendimos que si no se hacía lo que estaba en el manual de convivencia perfectamente podríamos terminar arrodillados sobre semillas de maíz amarillo con dos piedras en las manos sosteniéndolas a la altura de nuestra cabeza; aquellos que profesores que utilizaban la regla para amenazar al estudiante que con pequeñas manos extendidas esperaba que el impacto no fuera tan fuerte.

Recordamos a los profesores que con su sola presencia nos daba susto, el cuchilla, el que no se reía, al que no se le podía contradecir, los recordamos y contamos con cierto nivel de triunfo el hecho de haber sobrevivido a aquellas torturas de la educación; aunque muchos, más sensibles ante lo indolente de un salón de clase, lo expresan con lágrimas en los ojos y desean jamás estar nuevamente envueltos en ambientes de este estilo. Una generación completamente marcada por un hecho injustificado de la educación impuesta por occidente.

Lo increíble de estas situación es que, a pesar de todo el control posible por los organismos de protección infantil, vemos situaciones de este estilo en nuestras escuelas más cercanas, y no es un asunto de los nuevos profesores, que recién graduados de una universidad y actualizados en lo referente a la educación, no pueden proponer cambios donde son asignados, sencillamente porque después de 20 años, el mismo profesor, ya con edad para jubilarse, sigue dando de la misma forma, con el mismo estilo, con el mismo contenido memorizado de un libro, las clases a una generación que aún puede ser salvada.

La falta de preocupación por ser un ejemplo a seguir y la carencia de una visión de futuro, son, en parte, causas de los hechos educativos que hoy en muchos lugares tratan de evitar y corregir. Un estudiante que estando en séptimo, que se retira del colegio y  que no quiere volver porque no se siente a gusto con los profesores, no sólo refleja un descontento del estudiante, sino que también refleja una falta por parte del plantel educativo. Sin embargo; escuchamos frases de los docentes diciendo "Claro, razón tenía yo al decir que era un vago", "mejor que no vuelva, una carga menos", "ahora sólo se quedan los mejores". Así continua la lista de frases que se vuelven parte de la cotidianidad académica.

La educación debe ser renovada, no sólo en la forma y contenido, sino también de sus practicantes, o por lo menos de aquellos que insisten en el viejo dicho de que la letra con sangre entra, pues queremos ver una nueva generación transformada, llena de vida y creatividad, motivada para buscar alternativas de desarrollo de nación. Me rehúso a seguir viendo como los profesores abandonan a los jóvenes a su suerte en el camino de buscar el conocimiento. La invitación está abierta para que pensemos en este asunto que poco a poco debe tomar más conciencia en nuestras comunidades educativas, y pensar que los próximos profesores deben ser capaces de adaptarse e innovar cada año dentro y fuera del salón de clase.

Comentarios

  1. Excelente pensamiento para reflexionar la educación ... Pienso que para lograr este cambio es importante ampliar la visión del ser maestro y de poner esta misión el alma, el corazón y la vida; lanzarse a lo desconocido y crear camino...
    Y podríamos empezar a innovar el concepto de escuela y la idea que esta palabra trae a la mente de las personas...

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