La transformación del "Salón de Clase"

Diario de Experiencias - OPE 2012 - PLMIF - Unicauca - Reflexión realizada en base a la experiencia de los días 4, 11 y 17 de Octubre de 2012 en la Escuela Mixta Urbana San Camilo en Popayán. 

Cuando pienso como Estudiante Educador en lo que para mí sería el concepto de "salón de clase" no puedo escapar al recuerdo de mi formación en la básica primaria en donde las filas, el tablero, la mala iluminación, la falta de aire y espacio, e incluso la tarima en la que se subía el profesor a dar su clase eran los principios tangibles de su composición, lastimosamente este concepto, después de ya algún tiempo, sigue siendo el mismo y es fácilmente observable en la gran mayoría de escuelas, sin importar el nivel, de nuestra nación.

Durante esta semana, tuve la oportunidad de observar el comportamiento de los niños de la Escuela San Camilo justo antes de que la "campana" sonara, la escribo entre comillas porque cuando se es niño la campana se transforma en un ser con vida propia que arruina los momentos más divertidos de "la hora sabrosa". Entonces, vi como el comportamiento tan diverso de los niños me imposibilitaba verlos como tan iguales en su propósito de un uniforme.

Cuando la Campana sonó  para que todos los estudiantes ingresaran al salón de clase, me llamó la atención su conducta;  algunos de ellos ingresaron al salón con con prontitud, dejando todos sus juegos atrás y se sentaron de inmediato; otros cuantos con sus rostros desanimados hicieron caso a la campana y lentamente ingresaron al salón entre risas, ruidos y algunas quejas. Vi también como otros niños se quedaban afuera, ejerciendo la ley de "un ratito más", jugando sin medio a la autoridad y esperando, de alguna manera, a que alguien les llamara la atención para ingresar al salón de clase.

Una vez todos estaban sentados en su respectivo pupitre, vi como el rostro de la mayoría se transformó en una seriedad perfecta adornada por el silencio ejercido por la autoridad, en ese momento el profesor principal había hablado diciendo con fuerte voz "buenos días" a lo que todos respondieron con otro "buenos días" y empezaron la oración del día. Ellos tan presentes como ausentes habían abandonado su alegría y el color de sus rostros se había ido, o quizás, se había quedado afuera, como amigos imaginarios que los invitaban a salir de ese lugar, de lo que llaman "salón de clase"

Pensé entonces en qué pensaban los niños que era un "salón de clase". Así que observé las cuatro paredes y me di cuenta que la decoración era bastante organizada con información sobre biología, geografía, matemáticas e inglés. También vi que el salón era bastante pequeño para los estudiantes y que difícilmente se podía transitar sin interrumpir al "vecino" para poder pasar y pedirle al profesor permiso para ir al baño. ¿Cómo podían los niños imaginar otro concepto de salón de clase con estas condiciones? Luego pensé en la posibilidad de que los niños tuvieran un espacio adecuado, bien equipado y con todas las posibilidades dispuestas para que se pueda emprender la aventura del conocimiento, esto sería ideal, pero suele suceder que ni con los mejores espacios este concepto cambia. ¿Entonces quien es el responsable de cambiar este concepto? por su puesto, el profesor.

De esta manera, el profesor debería ser un ilusionista, un mago creador de historias y fantasías llenas de conocimiento para la vida, y para entender mejor el concepto me gustaría citar a Mauricio Suárez Sandoval, director teatral y dramaturgo, quien en su documento Arreglo Narrativo v/s Diseño de Movimiento (2008) menciona:
La ilusión en una etapa primera del teatro estaba relacionada con las ideas espirituales del hombre que le otorgaban la exaltación; en otros momentos ha estado ligada a la belleza de la palabra y sus formas más elevadas; o en consideración a los problemas del hombre y la sociedad; pero en el presente esa ilusión está ligada a las sensaciones, a la conquista de unos ojos que son impactados por millones de imágenes por segundo y que utilizan la espectacularidad de sus formas para lograr enviar contenidos.
El profesor debe darse a la tarea de conquistar esos ojos con la espectacularidad de la vida, y de esta manera transformar el espacio, verlo como un lugar en donde cualquier cosas puede suceder y cualquier mundo se puede visitar, darle vida a tal punto que se genere esa sensación de se que el tiempo pasa muy rápido, enriquecerlo con la curiosidad y creatividad de los niños y así aprender en el juego; pues si es muy cierto, como dice Julio Cortázar "No hay nada más serio que un niño jugando"

Quizás el salón de clase no sea el que deba transformarse, es la actitud que tenemos como educadores en la que se debe trabajar, en ver que este cubo puede tener otras aristas en las que universos llenos de conocimiento habitan; que el encuentro con los niños sea como el encuentro de un verdadero artista frente a su público; que el disfrute sea por descubrir nuevos mundos, por hablar otras lenguas, por experimentar nuevas vivencias de vida. Sólo creando atmósferas creativas dentro del salón de clase podemos hacer que los niños sean verdaderos agentes de cambio en nuestro presente y futuro.

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