Una generación que debe ser salvada.
Muchos de los jóvenes de este país, que hoy vivimos en un huracán de acontecimientos políticos, sociales y económicos que fluctúan como aguas en río revuelto, recordamos y contamos con cierta gracia a los profesores de nuestra infancia; aquellos que nos dejaron vivencias con los cuales aprendimos que si no se hacía lo que estaba en el manual de convivencia perfectamente podríamos terminar arrodillados sobre semillas de maíz amarillo con dos piedras en las manos sosteniéndolas a la altura de nuestra cabeza; aquellos que profesores que utilizaban la regla para amenazar al estudiante que con pequeñas manos extendidas esperaba que el impacto no fuera tan fuerte. Recordamos a los profesores que con su sola presencia nos daba susto, el cuchilla, el que no se reía, al que no se le podía contradecir, los recordamos y contamos con cierto nivel de triunfo el hecho de haber sobrevivido a aquellas torturas de la educación; aunque muchos, más sensibles ante lo indolente de un salón de cla...